Adrián Merino comparte su experiencia en la Norte a Sur de 1,000 km con 10,000 m de desnivel en la que acabó llegando tercero a meta, después de haber llegado a ir último por una estrategia de paradas y sueño diferente a la del resto.
Tras meses de preparación física y por qué no, mental, arrancaba con Iker y Sergio esta edición que tenía como novedad la inclusión de una nueva modalidad, la express, con salida de Zaragoza el viernes a las 06:00 y llegada límite el domingo en Sevilla a las 00:00 (la modalidad randonneur arrancaron el miércoles). En resumen, 66 horas para recorrer los 1.000 km con 10.000 m. de desnivel, con parada obligatoria en el CP2 de 4 horas (en Campo de Criptana).
Somos 7 en la salida, de los cuales uno de ellos, el canario Agoney dejó claro que quería ser el primero en Sevilla, yéndose en solitario ya desde el km 5. El resto hicimos grupeta dándonos relevos con tranquilidad y charlando y conociéndonos poco a poco. El buen rollo imperaba. En estos primeros kilómetros, parecía que el sevillano Javier era el más débil subiendo (al parecer iba con una costilla rota sin acabar de estar recuperado). No pasaba nada, se esperaba a todo el que se quedaba suavizando el ritmo, hicimos una gran piña entre todos.
En la parada para comer vemos en la web disponible que el fugado nos sacaba sólo 7 km de ventaja, por lo que empezamos a pensar que se había inmolado yéndose solo durante tantas horas y con todo lo que quedaba por delante (con previsiones de fuerte viento en contra por las rectas de La Mancha).
Llegamos al CP1 de Griegos echándose la noche encima y con frío, parada que aprovechamos para ponernos ropa de invierno y así llegar a cenar en Guadalaviar, donde Iker y Manel (63 años) plantearon quedarse a dormir unas horas en un hotel (tras unos 300km). El resto decidimos que era mejor seguir y pedalear toda la noche para llegar cuanto antes al CP2, donde el descanso de 4 horas era obligatorio. Yo puse mi ritmo suave dejándome caer y gestionándome una reserva en un hotel en Campo de Criptana, para poder descansar bien en una cama (en todos los CPs contábamos con esterillas y buena temperatura para dormir, esto es muy de agradecer a la organización de la prueba).
En algún punto de la Serranía de Cuenca alcancé a Iker y me suelta de sopetón “me voy a retirar”, lo cual personalmente fue un mazazo el no poder convencerle en las dos ocasiones que lo intenté (la privación de sueño le había dejado destrozado), así que en el CP2 me quedé sin un compañero por retirada y otro compañero, Sergio, que viendo que tenía al canario Agoney, se lanzaba a por el tras parar las 4 horas obligatorias. Por mi parte, me fui a descansar al hotel (quizás demasiadas horas para haber intentado acabar antes).
Tras dormir 4 horas arranqué por las rectas de La Mancha, camino del CP3 en un infierno de rectas y viento en contra (gran momento de felicidad el coger rueda a un tractor e ir detrás sin apenas pedalear durante unos 10 km). En ese momento iba yo el último por haber parado tanto tiempo.
Se hizo de noche tras pasar Ciudad Real y adentrarme en la Sierra de Andújar, en una zona que probablemente hubiese disfrutado de sus parajes (cosas que uno se pierde pedaleando de noche). Hasta la llegada del CP3 en Pozoblanco, terreno durísimo de constantes toboganes, eso si, con carretera en perfecto estado y entorno idílico entre bosques.
Al llegar al CP3 los organizadores me informan que Manel y Javier estaban durmiendo y Gerard
acababa de salir hacía 10 minutos. Yo llegué ya con mucho sueño por lo que me tumbé en la sala dispuesta para el descanso, para intentar dormir una hora e intentar asaltar el segundo puesto (Sergio ya había superado a Agoney, que supuestamente se había retirado). No conseguí dormir nada (el cerebro estaba ya en modo killer para perseguir a Gerard). Salí una hora después de haber llegado, unos minutos antes que Manel y Javier, que iban a ir en compañía. De salida me uní a la grupeta Fernando Torres, que me llevaron a rueda unos cuantos kms a un ritmo altísimo hasta empezar el primer puerto donde les dejé ir, para buscar mi ritmo. Toda esta zona de Sierra Morena fue un espectáculo de ciclismo, con carretera en perfecto estado con una sucesión de subidas y bajadas preciosas pero duras, con los 800km que llevaba ya en las piernas.
Ya a punto de cruzar la sierra, llamo a Sergio (que sé que iba pendiente del resto, ya que no quería que nadie le superase) y me dice que tengo a Gerard a 11 km. Me lancé con intención de cogerle y superarle (pensando que él no estaba pendiente del resto, pero en la meta me dijo que sí que me estaba vigilando en la web). Tras casi ni parar (de hecho comí un bocadillo de jamón pedaleando) a unos 80 km de la meta, llamo a Sergio y me dice que Gerard me saca 20km. Ahí decido dejarme llevar y llegar a meta simplemente (pensando que Javier y Manel ya no me iban a pasar).
Más adelante, paro en una gasolinera tomar un café y de repente, veo a Javier pasarme, tomo el café de trago y voy a por él que iba en compañía de su hermano, teniendo un gran detalle en cogerme la luz trasera que se me cayó al adelantarles. Gran detalle también el sacarme unas fotos y un aplauso a Javier que en vez de ponerse a rueda de su hermano y rodar más cómodo, era él el que iba “comiéndose” todo el viento.
Tras sacarles bastante ventaja, me empezó a corroer mentalmente la suma de viento en contra, rectas kilométricas, tráfico a gran velocidad, calzada con múltiples baches, arcén lleno de cristales y suciedad varia, haciendo que me hundiera mentalmente y tener hasta ganas de abandonar y llegar en taxi a Sevilla. Esos 60-70 km son los que más he sufrido en todo lo que llevo andando en bici (cuesta creerlo tras pedalear más de 900km).
No había manera de enfocar la vista en algo atractivo visualmente (así como por las carreteras de La Mancha me lo pasé bien viendo corretear a conejos por los campos junto a la carretera). Miraba a la izquierda, veía llanuras secas, miraba al frente y veía rectas kilométricas y sentía el viento de cara, miraba a la derecha y veía toneladas de desperdicios que los educados conductores arrojan mientras conducen (latas, bolsas de basura, pañales, botellas, LAMENTABLE). No sé ni cuántas veces me pregunté a mí mismo “qué hago yo aquí” (siempre que entreno busco carreteras bonitas huyendo de las que más tráfico tienen). Tras rodar durante unas 4 horas conseguí llegar a meta completamente exhausto no física, si no mentalmente, donde la organización, Sergio (el ganador) y los familiares de Javier me ofrecían una cálida bienvenida que culminó con una baño en la piscina del chalet que había alquilado la organización y posterior ducha. Enhorabuena a todos los participantes de la Express y de la Randonneur (algunos de los cuales conocí en la meta, como Gaizka y un jubilado de 73 AÑOS que había completado el kilometraje.
CONCLUSIONES: lo de la organización es de quitarse el sombrero, uno se siente arropado y se ve que es una prueba hecha con cariño. Lo de tener sitio para descansar en los CPs es muy de agradecer.
Como puntos negativos (críticas constructivas) pondría lo de la obligación de parar esas 4 horas en el CP2 (creo que se debería a parar 4 horas durante las primeras 24 pero donde cada cual decida, ya que si no te obligan a pelear con el sueño o la falta de fuerzas para llegar a esos primero 500km). El otro punto negativo (entiendo que para hacer 1000km quizás no haya alternativas) son el número de kms que se hacen por carreteras nacionales donde uno no sabía poner las ruedas, sobre todo de noche, ya que el lado derecho del carril estaba lleno de parches para tapar agujeros, hechos probablemente por camiones y por el arcén tenía riesgo de no tener tiempo de esquivar algún animal que cruzase.
La mayor pena es haber pasado de noche por la Serranía de Cuenca y Sierra Morena y haber pasado de día por las peores zonas (La Mancha y los últimos 100km hasta Sevilla).
Clasificación final:
1. Sergio
2. Gerard
3. Adrian
4. Javier
5. Manel
6. Agoney