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Carreras
21/05/2025

Norte a Sur Bikepacking 2025 (modalidad express)

Adrián Merino comparte su experiencia en la Norte a Sur de 1,000 km con 10,000 m de desnivel en la que acabó llegando tercero a meta, después de haber llegado a ir último por una estrategia de paradas y sueño diferente a la del resto.

Tras meses de preparación física y por qué no, mental, arrancaba con Iker y Sergio esta edición que tenía como novedad la inclusión de una nueva modalidad, la express, con salida de Zaragoza el viernes a las 06:00 y llegada límite el domingo en Sevilla a las 00:00 (la modalidad randonneur arrancaron el miércoles). En resumen, 66 horas para recorrer los 1.000 km con 10.000 m. de desnivel, con parada obligatoria en el CP2 de 4 horas (en Campo de Criptana).

Somos 7 en la salida, de los cuales uno de ellos, el canario Agoney dejó claro que quería ser el primero en Sevilla, yéndose en solitario ya desde el km 5. El resto hicimos grupeta dándonos relevos con tranquilidad y charlando y conociéndonos poco a poco. El buen rollo imperaba. En estos primeros kilómetros, parecía que el sevillano Javier era el más débil subiendo (al parecer iba con una costilla rota sin acabar de estar recuperado). No pasaba nada, se esperaba a todo el que se quedaba suavizando el ritmo, hicimos una gran piña entre todos.

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En la parada para comer vemos en la web disponible que el fugado nos sacaba sólo 7 km de ventaja, por lo que empezamos a pensar que se había inmolado yéndose solo durante tantas horas y con todo lo que quedaba por delante (con previsiones de fuerte viento en contra por las rectas de La Mancha).

Llegamos al CP1 de Griegos echándose la noche encima y con frío, parada que aprovechamos para ponernos ropa de invierno y así llegar a cenar en Guadalaviar, donde Iker y Manel (63 años) plantearon quedarse a dormir unas horas en un hotel (tras unos 300km). El resto decidimos que era mejor seguir y pedalear toda la noche para llegar cuanto antes al CP2, donde el descanso de 4 horas era obligatorio. Yo puse mi ritmo suave dejándome caer y gestionándome una reserva en un hotel en Campo de Criptana, para poder descansar bien en una cama (en todos los CPs contábamos con esterillas y buena temperatura para dormir, esto es muy de agradecer a la organización de la prueba).

En algún punto de la Serranía de Cuenca alcancé a Iker y me suelta de sopetón “me voy a retirar”, lo cual personalmente fue un mazazo el no poder convencerle en las dos ocasiones que lo intenté (la privación de sueño le había dejado destrozado), así que en el CP2 me quedé sin un compañero por retirada y otro compañero, Sergio, que viendo que tenía al canario Agoney, se lanzaba a por el tras parar las 4 horas obligatorias. Por mi parte, me fui a descansar al hotel (quizás demasiadas horas para haber intentado acabar antes).

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Tras dormir 4 horas arranqué por las rectas de La Mancha, camino del CP3 en un infierno de rectas y viento en contra (gran momento de felicidad el coger rueda a un tractor e ir detrás sin apenas pedalear durante unos 10 km). En ese momento iba yo el último por haber parado tanto tiempo.
Se hizo de noche tras pasar Ciudad Real y adentrarme en la Sierra de Andújar, en una zona que probablemente hubiese disfrutado de sus parajes (cosas que uno se pierde pedaleando de noche). Hasta la llegada del CP3 en Pozoblanco, terreno durísimo de constantes toboganes, eso si, con carretera en perfecto estado y entorno idílico entre bosques.

Al llegar al CP3 los organizadores me informan que Manel y Javier estaban durmiendo y Gerard
acababa de salir hacía 10 minutos. Yo llegué ya con mucho sueño por lo que me tumbé en la sala dispuesta para el descanso, para intentar dormir una hora e intentar asaltar el segundo puesto (Sergio ya había superado a Agoney, que supuestamente se había retirado). No conseguí dormir nada (el cerebro estaba ya en modo killer para perseguir a Gerard). Salí una hora después de haber llegado, unos minutos antes que Manel y Javier, que iban a ir en compañía. De salida me uní a la grupeta Fernando Torres, que me llevaron a rueda unos cuantos kms a un ritmo altísimo hasta empezar el primer puerto donde les dejé ir, para buscar mi ritmo. Toda esta zona de Sierra Morena fue un espectáculo de ciclismo, con carretera en perfecto estado con una sucesión de subidas y bajadas preciosas pero duras, con los 800km que llevaba ya en las piernas.

Ya a punto de cruzar la sierra, llamo a Sergio (que sé que iba pendiente del resto, ya que no quería que nadie le superase) y me dice que tengo a Gerard a 11 km. Me lancé con intención de cogerle y superarle (pensando que él no estaba pendiente del resto, pero en la meta me dijo que sí que me estaba vigilando en la web). Tras casi ni parar (de hecho comí un bocadillo de jamón pedaleando) a unos 80 km de la meta, llamo a Sergio y me dice que Gerard me saca 20km. Ahí decido dejarme llevar y llegar a meta simplemente (pensando que Javier y Manel ya no me iban a pasar).

Más adelante, paro en una gasolinera tomar un café y de repente, veo a Javier pasarme, tomo el café de trago y voy a por él que iba en compañía de su hermano, teniendo un gran detalle en cogerme la luz trasera que se me cayó al adelantarles. Gran detalle también el sacarme unas fotos y un aplauso a Javier que en vez de ponerse a rueda de su hermano y rodar más cómodo, era él el que iba “comiéndose” todo el viento.
Tras sacarles bastante ventaja, me empezó a corroer mentalmente la suma de viento en contra, rectas kilométricas, tráfico a gran velocidad, calzada con múltiples baches, arcén lleno de cristales y suciedad varia, haciendo que me hundiera mentalmente y tener hasta ganas de abandonar y llegar en taxi a Sevilla. Esos 60-70 km son los que más he sufrido en todo lo que llevo andando en bici (cuesta creerlo tras pedalear más de 900km).

No había manera de enfocar la vista en algo atractivo visualmente (así como por las carreteras de La Mancha me lo pasé bien viendo corretear a conejos por los campos junto a la carretera). Miraba a la izquierda, veía llanuras secas, miraba al frente y veía rectas kilométricas y sentía el viento de cara, miraba a la derecha y veía toneladas de desperdicios que los educados conductores arrojan mientras conducen (latas, bolsas de basura, pañales, botellas, LAMENTABLE). No sé ni cuántas veces me pregunté a mí mismo “qué hago yo aquí” (siempre que entreno busco carreteras bonitas huyendo de las que más tráfico tienen). Tras rodar durante unas 4 horas conseguí llegar a meta completamente exhausto no física, si no mentalmente, donde la organización, Sergio (el ganador) y los familiares de Javier me ofrecían una cálida bienvenida que culminó con una baño en la piscina del chalet que había alquilado la organización y posterior ducha. Enhorabuena a todos los participantes de la Express y de la Randonneur (algunos de los cuales conocí en la meta, como Gaizka y un jubilado de 73 AÑOS que había completado el kilometraje.

CONCLUSIONES: lo de la organización es de quitarse el sombrero, uno se siente arropado y se ve que es una prueba hecha con cariño. Lo de tener sitio para descansar en los CPs es muy de agradecer.
Como puntos negativos (críticas constructivas) pondría lo de la obligación de parar esas 4 horas en el CP2 (creo que se debería a parar 4 horas durante las primeras 24 pero donde cada cual decida, ya que si no te obligan a pelear con el sueño o la falta de fuerzas para llegar a esos primero 500km). El otro punto negativo (entiendo que para hacer 1000km quizás no haya alternativas) son el número de kms que se hacen por carreteras nacionales donde uno no sabía poner las ruedas, sobre todo de noche, ya que el lado derecho del carril estaba lleno de parches para tapar agujeros, hechos probablemente por camiones y por el arcén tenía riesgo de no tener tiempo de esquivar algún animal que cruzase.
La mayor pena es haber pasado de noche por la Serranía de Cuenca y Sierra Morena y haber pasado de día por las peores zonas (La Mancha y los últimos 100km hasta Sevilla).

Clasificación final:
1. Sergio
2. Gerard
3. Adrian
4. Javier
5. Manel
6. Agoney

Adrian Merino (Binladiya)
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Carreras
06/02/2025

Mi historia en Transpyrinees 2024

Adrián Merino nos relata su experiencia personal durante la Transpyrinees 2024. A lo largo de seis días, el autor describe los desafíos y anécdotas vividas en cada etapa, con un interesante resumen de aprendizajes que puede servir a quien se enfrenta por primera vez a algo así.

Junio-Julio 2024

DIA 1

Este primer día ya podría dar para escribir un libro de anécdotas, sufrimientos y disfrutes pero tengo que desayunar y continuar con el segundo día. La salida desde Pasaia la verdad que es muy bonito, sobre todo el enclave portuario-pescador desde donde se arranca. Primer puerto, Jaizkibel, donde la primera impresión es de “algunos dónde van a ese ritmo”.

Mi estrategia es rodar y rodar sin sobrepasar el ritmo de comfort. Tras pasar la zona costera, quizás la peor de todo el recorrido, por ser domingo y haber mucho tráfico, compuesto por incensantes vehículos franceses que raro es que dejen más de un metro de distancia al adelantar.  A partir de Arthaburu, comenzó a llover incesantemente en toda la zona de puertos. En las bajadas yo creo que habré gastado como la mitad de las pastillas de freno, ha debido de haber varias caídas que han desembocado en varios abandonos (bajar en grupo estos puertos puede ser un gran error).

Mi táctica para los puntos más duros de los puertos ha sido apearme de la bici, calzarme mis chanclas marca Oofos (especiales para descarga de músculos) y subir caminando, gran acierto para soltar piernas y espalda. En concreto, en Arthaburu ví algunos retorciéndose sobre la bici a 7-8 km/h mientras yo subía tranquilamente, empujando la bici, a 5-6 km/h. Día interminable de pedaleo llegando a un hotel que no era el que yo había reservado (sí que lo había mirado, pero reservé en otro. Las amplias zonas sin cobertura móvil no ayudaron a que esto saliera bien).

Una vez en el hotel, cuando me piden el DNI, me dicen que la reserva no está a mi nombre, revisan mi booking y me dicen que mi hotel está a unos 15 km. Pues bien, a la 01:30 rodando de vuelta y acabando con un puerto que no estaba en el track, de 3 km, para llegar al alojamiento. Gran trato del regente, el cual me da fruta y media tarta quiché que sabe a gloria. Posteriormente, calefacción a tope en el baño y lavado íntegro y secado de toda la ropa. Voy a desayunar, que hoy tocan Marie Blanque, Aubisque, Tourmalet y Spandelles. Por cierto, carreteras ESPECTACULARES.

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Día 2

Tras un gran desayuno en el hotel, arranca dirección Marie Blanque, pues ahí empezó a torcerse la cosa, al tomar el cruce en la bajada del hotel, me fui hacia la derecha (donde me marcaba el Garmin) a pesar de tener la casi certeza absoluta de que era hacia la izquierda. Entre que me di cuenta y volví, pues unos 30km de más. Ya por fin llego al Marie Blanque, el cual no se me hizo tan duro como esperaba, por compartir sufrimiento con dos ingleses. Bajada espectacular del puerto y unos kms después Col del Aubisque, uno de mis puertos top de la ruta. Subida remontando el valle con unas vistas tornándose ESPECTACULARES.

Tras coronar una de las bajadas más disfrutonas de estos días. Siguiente puerto, tras muchas horas ya en la bici (aquí sumas muchísimo desnivel pero pocos kms), Col de Spandelles (uno de los cocos de la ruta), ya lloviendo xirimiri (es increíble como cambia el tiempo en la montaña). Tras un larguísimo ascenso, toca bajar en mojado, menos mal que era sencillo y apenas había curvas complicadas. Llegada a Argeles-Gazost donde está vez me comenzó a salir todo bien, hotel reservado, limpieza de la bici en una gasolinera, pizza deliciosa para cenar y al hotel. En este día salieron pocos kms por haber empezado tarde y acabar pronto, pero no quedaban ganas de ir a por el Tourmalet. Para el día siguiente, mi táctica de sueño y descanso iba a cambiar.

Día 3

A partir del tercer día cambié mi estrategia, sustituí el alargar las rutas hasta bien entrada la noche por empezar a rodar de madrugada y acabar por la tarde para poder cenar con tranquilidad y dormirme a las 22:00 (gran acierto este cambio). El día 3 empecé con la subida al mítico Tourmalet (subiendo con sol y con chaqueta de invierno). Espectaculares vistas aunque el puerto es bonito, sobre todo, en sus últimos 4-5 km, el resto tiene un montón de rectas con buena pendiente que resultan tediosas, especialmente a la salida de Bareges.

Una vez coronada la cima más alta de Transpyrinees, descenso con un intenso frío sobre todo desde La Mongie, donde entrabas en una espesa bruma. Poco después de llegar al valle, tocaba el ascenso al Col d’Aspin, donde ya empezaba a apretar el calor (adelanté a Santy Mozos, quien lo estaba pasando fatal el pobre hombre por problemas intestinales causados por beber agua que cogió del monte, que a la postre le hizo retirarse). Bajada de la espectacular seguido de una sucesión de puertos que hacen que se te olvide lo que es rodar en terreno plano (Lançon, Le Rouisseau y Vql Louron uno detrás de otro).

Las lumbares y las pastillas de freno se resentían cada vez más, lo que me hizo parar en un complejo deportivo de Loudenville para que me dieran un masaje que me dejó como nuevo y que me hizo subir Peyragudes como si fuese el primer puerto de la ruta. Tras una bajada divertida pero peligrosa, por la llovizna incesante, en el velle encontré un restaurante donde me zampé una hamburguesa deliciosa. Para acabar el día, subida de noche del Col du Portillon, viendo infinidad de corzos y tras bajar sufriendo por falta de concentración (casi me voy recto en dos curvas, la mente se nota cansada en las últimas bajadas del día), llegada al hotel, esta vez en terreno ilicitano, Bossos, donde disfruté de un reparador descanso.

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Día 4

Día que arrancaba desde territorio ilicitano, donde tuve una muy buena noche de descanso y un buen desayuno Iara arrancar el día camino a Francia de nuevo. Antes de ello, tocaba aprovisionarse en una gasolinera de Repsol (frutos secos, panteras rosas,…) ya que en las gasolineras de Francia la comida brilla por su ausencia. Muchos ascensos hasta llegar al pueblo de Tarascon, donde de nuevo tocaba cenar una deliciosa pizza (la mitad de calorías que habré ingerido en la ruta provendrá seguramente de las pizzas😃).

El coco del día fue el Col d’Aspet (puerto corto pero durante 4km tiene pendientes entre el 9,5-10,5% sin descansos). Este puerto los más veteranos, lo conoceréis porque fue donde se dejó la vida el campeón olímpico Fabio Casartelli (corría el año 1995 y el casco no era obligatorio), contra un muro de piedra según bajaba el terreno que me tocó subir a mí. A excepción de este, día de puertos largos pero tendidos, con una rapidísima bajada algo peligrosa (por la gravilla que había) tras coronar el Col de Lers, a 1517 m de altura.

Este último puerto, compartí subida con Vicente Mendia, el cual iba en compañía de una chica y un chico que solían coronar algo más tarde los puertos (digamos que era mi gemelo de ritmo en los ascensos). En la bajada se me escapó (baja muy bien) pero luego le alcancé agarrado a los acoples y le ofrecí rueda para llegar a toda velocidad al pueblo de Tarascon, donde había reservado hotel. Una vez allí, colada de ropa en la ducha, calefacción a tope en el baño (aquello parecía una auténtica sauna) y para cuando me levanté, a las 03:00 a.m., tenía toda la colada limpia y seca.

Día 5

Amanecí temprano a las 02:15 (teniendo la alarma a las 03:00, el cuerpo pedía fiesta). En resumen, todo recogido y empecé a rodar en Tarascon a las 03:00 con una buenísima temperatura, únicamente con un chaleco que ya me sobraba al inicio del Pas de Soulombrie.

Una de las cosas que me han encantado de esta aventura ha sido el subir puertos por la noche, sin tráfico y viendo una barbaridad de animales, en concreto en esta subida vería bien cerca 5 o 6 zorros, corzos, conejos, incluso un murciélago que no sé si me quiso saludar, comer o qué, pero el caso es que se me chocó de frente contra el casco.

Buena idea la de llevar el frontal en el casco y así poder enfocar hacia los márgenes de la carretera para divisar la gran cantidad de fauna que me observaba, divisándose primero el clásico brillo de los ojos al reflejar la luz. Ya bajando el Segundo puerto del día, el Col de Luzenac, comenzó a despuntar el alba, llegando a Ax-les-Thermes, pueblo donde había que iniciar la subida y bajada del puerto invitado de este año, concretamente Ax-3-Domaines.

Previamente a la subida, como había que subir y bajar por el mismo sitio, solté la bolsa del sillín y la escondí en unos arbustos, para recuperarla en la bajada. El puerto invitado de este año me decepcionó bastante ya que ni la subida fue bonita ni lo eran las vistas desde arriba, a pesar de coincidir con la salida del sol, decepción de puerto.
Tras recuperar la bolsa, tomar un café y una deliciosa napolitana, tocaba el ascenso al Col de Chioula, donde fui en compañía de un finlandés con una S-Works que le sonaba por todos lados.

Posteriormente, el sueño iba en aumento (no había dormido más de 3 horas esa noche), tras tener un par de sustos bajando el Col de Chioula, al acabar el descenso, me dí de bruces con unas mesas de madera, la cual me sirvió como cama improvisada, no sin antes hinchar la almohada de viaje que llevaba. Tras un reparador sueño de calculo una hora, arranqué hacia el Col de Pradel, en donde encontré una fresquisima fuente pública donde además de llenar bidones, metí las piernas y me dejaron como nuevo…

Tras coronar Pradel, subida a Col de Paiheres, uno de los puertos más duros y largos de la ruta, donde apretando como apretaba el calor, decidí bañarme en el río (otro acierto más). La bajada de este puerto fue un monumento, un parque de atracciones del ciclismo, parecía un scalextric, poca pendiente y carretera que se enroscaba en múltiples curvas. Posteriormente, tuve suerte de llegar a un pueblo, llamado Quérigut, donde había un súpermercado (lo de súper le viene que ni pintado), donde me apreté un bocata con los ingredientes que llevaba pensando horas antes (aguacate, jamón york y atún). Allí había un montón de participantes comiendo como si no hubiese un mañana. Llegada a Els Angels a una hora decente para dormir tras zamparme una deliciosa pizza calzone mientras veía el aplastamiento del día de Pogacar en el Galibier.

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Día 6 (meta)

De nuevo inicié el día en la carretera a las 3 de la madrugada con una temperatura ideal para subir el Col de la Llose (unas horas antes, otros participantes se cocieron de calor por la tarde). En este ascenso, de nuevo, innumerables animales vistos en la carretera y a sus bordes, incluídas varias familias de corzos observando mi paso, como si de espectadores del tour fuesen (solo les faltaban las pancartas).

Tras el ascenso y la foto de rigor, llegó la bajada más larga de toda la ruta, calculo que estuve más de una hora bajando, requiriéndose la atención de todos los sentidos, tanto por el continuo cruzar de animales por la calzada, así como, ya en la segunda parte de la bajada, con no tener despistes en las curvas (solo se veían bloques de piedras al borde, seguido de la más negra oscuridad, sin observarse nada con el frontal, signo de que lo que seguía a la carretera, era algún tipo de barranco vaya usted a saber de cuánta altura).

Esa zona me parece que tenía que ser preciosa pero, al menos yo, no lo pude comprobar. Por cierto, ese día, la gran mayoría de los participantes que iban por delante de mi, estaban durmiendo en Prades, lo comprobé durante la madrugada. Ahí fue el punto en el que sustituí mi intención de ser únicamente finisher de Transpyrinees, por una completa competitividad y ya me propuse adelantar a todos los que pudiese en los últimos 200km de la ruta (finalmente acabé el 74, habiendo iniciado el día el 102). Continuando con la ruta, subiendo el Col de Palomere, tuve un contratiempo que fácilmente podía haberme hecho abandonar. Al ser un ascenso tan largo, había que comer durante el mismo, pues bien, saco una bolsa de gominolas, mientras rodaba como a 6km/h, me desequilibro agarrado únicamente con la mano izquierda en uno de los apoyos para los acoples, acabando en el suelo, con un fuerte golpe en la cadera que aún me dura el dolor. Tras levantarme comprobando que solo tenía leves rasponazos y la bici no tenía desperfectos, seguí para arriba (lo de que el azúcar mata casi lo compruebo al pie de la letra). Dos kilómetros después de ascenso, me toco el casco, donde suelo llevar la gafas y allí no estaban.

Tras comprobar lo de las gafas, pues nada, hacia abajo 2km para recuperarlas (que allí en la hierba me estaban esperando pacientemente) y vuelta para arriba de nuevo. Siguiendo el track sin apenas descansar, se sucedía las constantes subidas y bajadas teniendo que acceder a España de nuevo por un paso que al parecer, antiguamente era ilegal, hacia la Jonquera, con una buena emboscada (o Mazonada en este caso) por una pista más de gravel o btt que para una bici de carretera con carga.

Una vez cruzada la frontera, bajada espectacular y buen asfalto hasta unos polígonos, donde me aprovisioné con comida y bebida. Posteriormente, subida a un corto puerto en terreno catalán y después iba a llegar el peor momento para mí de toda la carrera. Os pongo en canción, unos 27-28 grados de temperatura, rectas larguísimas y un viento en contra como de 30 km/h. Todo ese terreno anímicamente me hundió (a pesar de estar muy cerca ya de la meta).

Tras una hora peleando contra este viento, calor y hundimiento moral, inicié por fin el ascenso al último puerto, San Pere de Rodas, siguiendo con el calor, el viento y el canto incesante de las chicharras en los árboles (sonido que odio, porque siempre lo asocio al calor en el Mediterráneo). Ya por fin llegada al bonito santuario, bajada hacia LlanÇa, que no era el pueblo que había tras bajar el puerto, si no que había que pedalear otros 7 pastosos kilómetros hasta la llegada al puerto de dicho pueblo, donde esperaban los organizadores para recoger el tracker y entregar los obsequios destinados a todos los finisher.

Por último, me fui de cabeza al primer kebab que encontré en el pueblo para reponer fuerzas y comprar en un súpermercado múltiples víveres para pegarme un homenaje en el hotel y celebrar que por fin, era finisher de Transpyrinees 2024.

CONCLUSIONES Y APRENDIZAJES EN TRANSPYRINEES 2024

  • 1. Less is more: no estoy de acuerdo con esta tendencia de ir justisimo de material. Prefiero que sobre algo porque hay momentos que echas de menos alguna prenda que se ha quedado en caso. Para mí, la retirada por frío no es una posibilidad.
  • 2. Acabar pronto las jornadas: mejor empezar a pedalear de madrugada (a las 3:00 es una buena hora), mejor que alargar mucho la jornada (bajando puertos de noche, después de un largo día, te expones a caídas, la mente no está al 100%, esto lo noté yo bajando el Col du Portillon a las 23:00).
  • 3. Nunca coger agua del monte si no es seguro que sea buena: varios participantes se retiraron por diarreas y vómitos por bacterias ingeridas en el agua supuestamente buena. Antes que eso, si te ves deshidratado (no es una broma) mejor beber la orina (no lo tuve que hacer pero es lo que haría).
  • 4. Transpyrinees mejor solo: en una carrera con tantos puertos, cada uno va a su ritmo y el que va más rápido tiene que esperar al coronar cada puerto, con el consiguiente riesgo de quedarse helado. Además, las bajadas en grupo (como quedó demostrado el primer día), son más peligrosas, si uno se cae u otro está a punto de hacerlo, los que van detrás a buen seguro acaban con los huesos en el suelo.
  • 5. Kilómetros de entrenamiento: a mí con 8000 km este año me han sido más que suficientes, sin necesidad de hacer grandes kilometradas previas, si no entrenamientos de calidad (sin series, por supuesto, las odio). El cuerpo (al menos el mío), se va adaptando día a día al esfuerzo.

 

Adrian Merino (Binladiya)
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