Omar nos cuenta su experiencia recorriendo la ruta de Cabañas y Estacas, donde asegura haber vivido los mejores 3 días de bikepacking de su vida recorriendo los Valles Pasiegos y alrededores.

Desde que hace unos años me salió rebotada desde otro perfil de redes sociales que ya seguía, esta ruta de Cabañas y Estacas siempre ha estado marcada en rojo como una de las que había que hacer sí o sí más pronto que tarde.

Este mes de abril por fin ha sido el momento. Por casualidad y sin tenerlo planeado, justo he pillado esa primera semana de cambio de hora que tanto nos gusta a los que montamos en bici. Ese extra de claridad cuando ya estás acampado vale mucho!

Mirando la predicción del tiempo, decidí empezar mi ruta desde Castro Urdiales, de esta manera aseguraba el buen tiempo para salvar las zonas más montañeras en los primeros días y luego, ya que cuando avanzaba la semana el pronóstico era más incierto, me dejaba la zona costera donde siempre hay “refugio” más cercano al pasar más a menudo por poblaciones.

Prácticamente desde el kilómetro cero la ruta ha dejado claro por dónde iba a ir, los desniveles son de aúpa y es muy habitual ver el 15 o 20% en tu pantalla de GPS. Con la bici bien cargada como iba la mía, las zonas donde ciertas veces he tenido que empujar han sido habituales, aunque he de decir que salvo una donde si que fue más largo, estos porteos no eran demasiado largos, solo para salvar rampones puntuales o zonas donde el terreno estaba peor. Luego las bajadas, en general, han sido bastante buenas y siempre he podido ir encima de la bicicleta sin demasiados problemas.

Como a parte de viajar también me gusta sufrir un poquito, subidas como los Machucos, el Pico Obios, la Cruz de Fuentes o el Collado Taruey, por poner los ejemplos más duros de la ruta, ha sido precioso.

Como le comenté a Isra por privado, el ideólogo de la ruta, la zona que une los Valles Pasiegos, Saja-Besaya, Nansa y los Puertos de Sejos, ha sido increíble. Enlazar una subida con la siguiente, descubriendo zonas espectaculares en cada collado que se alcanzaba. Durante los tres días que rodé por esos lugares, creo que he pedaleado los kilómetros de bikepacking más bonitos que he hecho nunca. Además de ser una zona tan bonita, puedes unirlo con noches en refugios donde dormir con casi todas las comodidades. En mi caso, las noches en la Cabaña de Laguíos y el refugio del Collado Taruey no son igualables en ningún 5 estrellas del mundo.

La vida no siempre es de color de rosas y bajando hacia Ruente, en un paso de agua que tenía una canaleta metálica, pego un llantazo fuerte y me cargo la cubierta. Por suerte, metiendo un trozo de cubierta vieja por dentro y yendo más prudente, puedo seguir avanzando. Así llego hasta Cabezón de la Sal, mala suerte porque unas tiendas de bici que hay en este pueblo las pillo cerradas a media jornada, así que toca desviarse un poquito de la ruta para ir hacia Torrelavega, donde sí que puedo entrar a una tienda y en poco más de 10 minutos tengo el problema solucionado. Cubierta nueva y a seguir rodando sin miedo.

Las dos últimas etapas las haré siempre al lado del mar, pero quien conozca la orografía de esta zona, sabrá que tampoco será un paseo. Rompepiernas bueno enlazando infinitas subidas, cortas, pero alguna que otra con unos repechos de esos que te ponen a mil. Eso sí, para los que somos de interior, esas vistas de las playas y acantilados del Cantábrico son espectaculares.

Resumiendo, que Isra se ha sacado de la manga un recorrido que es una delicia 😉

Como en esta ocasión me he dejado la zona de Picos de Europa y la zona de costa más occidental sin recorrer, ya tengo una excusa perfecta para volver a disfrutar de Cabañas y Estacas.