SALAM ALEIKUM, TÉ CON DÁTILES

Recorrer en bicicleta las majestuosas montañas del Atlas durante 7 días y 7 noches. Entre pueblos inhóspitos, té con dátiles y la calidez de sus gentes, en este artículo Ana R.F. nos invita a reflexionar sobre la vida, la fe y la conexión entre mundos. Un viaje de contrastes, emociones y aprendizaje en el corazón de Marruecos.

Hacía años que uno de nuestros deseos, antes de conocernos Borja y yo, era pedalear por las montañas del Atlas y a veces lo que creas en tu mente se crea en la realidad. Así voy a contar mi humilde experiencia durante 7 días y 7 noches, con el comienzo del Ramadán en Marrakech y pedaleando los pueblos inhóspitos a las faldas de las majestuosas montañas del Atlas.

Creo que Salam Aleikum es la palabra que más he repetido en estos 7 días, así la pongo de título como comienzo de esta historia. Comienzo tiene que ver con la interacción entre ambas partes, ambos mundos, teniendo en cuenta que un mundo puede ser desde una persona, un territorio o un animal hasta una emoción, y que lo más *baraka para empatizar con el mundo es la comunicación.

*baraka=valioso

Comenzamos nuestra ruta en bici cuando quedamos con Mohamed, un conocido de Borja por las carreras de ultraciclismo, en la misma plaza Jemaa el Fna. Tan majo que nos subió en coche hasta la cima de nuestro primer puerto, no nos daba tiempo hacer la ruta circular sin su ayuda con los días que teníamos. El día de antes habíamos alquilado las bicis en una tienda de la ciudad Atlas Sport Bike Shop. Unos chichos muy majos y ¡las bicis una maravilla! Adelanto que ¡no nos fallaron en todo el viaje!

                1º Etapa – Contraste – 66,71 km +720 m

Llegando a la cima del puerto Tizi n’Tichka, desde el coche veíamos que comenzaba a lloviznar, agua nieve y ventolera. Salimos del coche poniéndonos toda la ropa de lluvia, montamos las bicis y bajamos despidiéndonos a lo lejos de Mohamed. Al ratito, al pasar ese valle, ya salía el sol y seguimos pedaleando. Ahí ya todo era diferente a Marrakech, los pueblos eran pequeños, silenciosos y había poca gente. Borja y yo nos mantuvimos observadoras, silenciosas también y un poco serias, por lo menos yo. Después de unas 4 horas pedaleando paramos a admirar el paisaje y se me cayeron unas lágrimas. Estaba muy conmovida y sobrecogida por todo lo que veía. Aldeas muy aisladas, con casas de adobe, muchas en ruinas, poca gente, algunos niños, adultos contemplativos, poca vegetación…

– ¿Cómo vive esta gente? ¿Dónde cogen agua? ¿Cómo les recoge la ambulancia si les pasa algo? ¿A qué hora pasa el autobús del cole? ¿Qué hacen en su tiempo libre? Todas estas preguntas y más se me pasaban por mi cabeza de europea con una vida organizada y una cultura vinculada a la productividad o tener que estar siempre haciendo algo. Después de hablarlo con Borja y soltarlo, entendí mejor lo que me estaba pasando, entendí que formaba parte de mi viaje y calmé esas emociones. Al rato llegamos a un pueblito donde nos encontramos el Aubergue Achaoud estupendo y con mucho color, era muy acogedor. Pasamos y el señor que lo cuidaba nos metió en la cocina para ofrecernos todo lo que tenía. Este momento me ayudó un poco a entender más sobre esos pueblos. Nos cargamos de energía con Harira, mi sopa favorita, tortilla bereber deliciosa y un cous-cous con verduras riquísimo. Cómo no, un té.

Seguimos nuestro camino por el precioso Valle de Ounila hasta acabar, antes de que el sol se escondiera, en el pueblo de Ait Ben Hadu. Asombrada por el movimiento que había y bastante turismo a diferencia de los anteriores. Era un lugar donde desde hace años grababan películas. Había muchos albergues, nos alojamos en La Baraka, lo gestionan unos chicos, las mujeres limpian y hacen la comida. Nos dieron el té de bienvenida con unos snacks ricos con sabor a anís. Después de una ducha caliente y una vuelta por el pueblo, nos cocinaron una sopa y tajin con albóndigas en salsa de tomate riquísima.

                 2º Etapa – La FE- 105 km +1.515

Eran sobre las 7h y me desperté con el sonido del canto de oraciones del Corán. Lo hacen desde los altavoces que tienen en lo alto de todas las mezquitas durante al menos 5 veces al día. Descansamos muy bien y nos pusieron de desayunar pan con miel, dátiles, tortilla, café y zumo de naranja, con ese desayuno podíamos afrontar los kilómetros que nos pusieran por delante. Salimos a pedalear antes de las 9h y hacía muy buena temperatura, durante todo el viaje han sido como 16ºC de media, estupendos para pedalear. Teníamos muchos km por delante, los paisajes seguían siendo abrumadores de inhóspitos, cuerdas de montañas que no acababan. Nos encontramos con manadas de perros muy mansos y a simple vista bien cuidados. En todo lugar aparecen perritos, gallinas y gatos.

Llegamos a Anzal, un pueblito a mitad de kilómetros de la ruta del día, en mitad del valle regado por el Asif Tidili, y pensábamos tomar un café. Parecían todos los lugares para tomar algo como cerrados, entendemos que por el Ramadán. El pescado y el pan llegan en furgoneta. Dimos una vuelta para indagar y un señor en bici nos saludó en italiano. Mohamed, muy majo, nos invitó a su casa a tomar un café, pastas y dátiles, cómo no. Allí estaba su compañera Jose, una mujer de origen Suizo y viajera, habían decidido hacerse una casa, vivir juntas la jubilación allí y montar un futuro Air B&B (mohamedaitameur17@gmail.com). Después de coger fuerza seguimos pedaleando y en una parada al salir de Anzal un hombre en una bici roja plegable clásica de 20″ se acercó curioso por saber quienes éramos. Sabía hablar un poco de español, inglés, y francés. Muy majo, se movía en bici para comprar lo que necesitaba en otros pueblos. Kilómetros más adelante cogimos una carretera guapísima pero que parecía desabrigada. Una recta que parecía infinita adentrándose en otro valle comenzando por el lago Tagheddoute. En esta carretera en muy buen estado, aunque no estaba pintada, descubríamos pueblos fascinantes. Parecían perdidos, pero siempre aparecía alguien contemplando, en moto, algún coche, furgonetas llenas de personas y cosas y niños y niñas que salían a la carretera a saludarnos. En todos los pueblos hay una mezquita con una torre bien alta, para encontrarla fácil y que no se olvide dónde está el centro. Que pase lo que pase, lo importante es rezar y creer en que alguien te escucha. Durante el día en ruta comemos barritas de frutos secos con miel envueltas en film que venden muy baratas en los puestos ambulantes.

Antes de anochecer, yo un poco cansada, llegamos a nuestro destino del día, Assais. Nos alojamos en un albergue un poco difícil de diferenciar del resto de casas porque no tenía carteles, pero nos abrió la puerta Yassir, un chico de allí buen anfitrión, un buen sirviente como él se definía. Nos hizo la cena mientras hablaba por teléfono con su novia, un tajín con pollo y verduras y como no té con dátiles. Esa noche fue de mucho mucho viento; daba las gracias por tener un sitio donde dormir cobijados y con mantas.

                 3º Etapa – El “Desarrollo” – 112 km +700 m

Nos despertamos y Yassir había preparado un desayudo para nosotros, té con dátiles, quesitos y pan con miel. Después nos despedimos y seguimos nuestra ruta. No dejamos de maravillarnos de esos paisajes y puertos llenos de montañas. Había señales en tres alfabetos diferentes, árabe, amazigh y latino. A veces el color naranja de la tierra me generaba inquietud y preocupación. A veces cuando veía pueblos donde corría un pequeño río que a su vereda tenía palmeras, arbustos y se escuchaban pájaros me devolvía sosiego.

Creo que el burro es el animal que más les ayuda, hemos visto muchos, también muchos pastores con rebaños de cabras y ovejas, de ahí que un alimento principal local es la leche y la mantequilla. También era un valle donde debido a su altitud e imagino las cualidades de la tierra se trabajaba el azafrán. Llegando a la mitad de los kilómetros del día salimos de esa carretera mágica para volver a una nacional. Ahí pasamos por varios pueblos más grandes uno de ellos Taliouine. En todos, grandes o pequeños, siempre había un taller mecánico y una tiendecita donde comprar algo de comer y agua. A lo largo de la misma pasamos por muchas empresas de azulejos, donde trabajaban la madera, soldadores, cementeras, yesaires… Hemos visto muchas escuelas a lo largo del viaje, unas más grandes que otras. Siempre llenas de niños y niñas y adolescentes. Muchas se mueven en bici porque queda lejos de su casa. Los coles que están a muchos kilómetros hacen de internado para algunas y así no tener que hacer viajes tan largos a diario.

Llegamos a Oulad Berhil, un pueblo que parecía grande, lleno de movimiento a las 17h, como si de una feria se tratara. Aquí me sentí un poco incómoda, aparte de que se ven pocas mujeres, extranjeros tampoco. Nos alojamos en un hostal típico de allí donde se alojan familias marroquíes, muy a gusto y donde también nos hicieron un tajín con pollo y verduras muy sabroso para cenar y, cómo no, té con menta.

                 4º Etapa – Desastre: del latín des “desafortunado” y astre “astro”, “estrella” – 71 km + 480 m

Nos levantamos, organizamos todo el bikepacking y nos dispusimos a buscar un transporte que nos llevara a la cima del Tizi N´test. De nuevo, sin la ayuda de otro transporte, no podíamos acabar la ruta en los días previstos. Fue muy fácil, negociamos con Mohamed, un taxista local que nos subió por 300 DH.

Durante el camino, los tres sostuvimos un silencio duro y un tanto incómodo entre la dificultad para comunicarnos y lo devastador que era ver cómo estaban las comunidades que habían sobrevivido al terremoto que sufrieron en 2023.  Se hizo más desolador por ser una mañana de niebla y lluvia, pero al llegar a la cima había una especie de refugio con dos hombres muy majos que entre sonrisas y un fueguito que tenían encendido me devolvieron las ganas y la ilusión por el sentido del viaje. Pedimos unos cafés y una omelette bereber para pasar la espera a ver si la niebla se esfumaba, mientras nos ayudaron a ponernos film en las botas para que no se calaran nuestros pies. Salimos del carismático refugio y el sol nos acompañó durante la bajada. Preciosa. Sin palabras. A mitad de camino volvimos a ver los pueblos trabajando por recuperar sus casas e imagino que su modo de vida. Durante kilómetros, mucha gente trabajando en recuperar las carreteras, muchos escombros, derribos y maquinaria pesada. Pudimos parar en una zona donde había una especie de mercado improvisado a comprar una especie de focaccias con verduras, tortas de aceite y pan de maíz.

La última media hora antes de llegar a la localidad de Ouirgane, donde había un lago grandísimo y montañas cercanas, se puso a diluviar. Nos alojamos en un albergue estupendo, aquí no hubo té con dátiles, pero nos cuidaron dejándonos una manguera para limpiar toda nuestra ropa y bicis del barro rojo, con el confort de la habitación y con una cena riquísima, esta vez con rodajas de naranja con canela como postre.

                5º Etapa – Negociar – 63 km +500 m

Nuestro último día, compartimos desayuno con una pareja alemana muy viajera y nos despedimos del padre de familia y regente de la casa. Le pregunté cómo vivía la gente después del terremoto y me dijo que había sido un suceso positivo. Que el gobierno ahora se hace más cargo de esas poblaciones cuando antes no lo hacía.

Cogimos carretera subiendo de nuevo dos puertos preciosos con las montañas nevadas cada vez más lejos hasta llegar a un pueblo donde nada más parar ya me querían vender pulseras. Casi se las compro, aunque no me gustaban, menos mal que Borja me ayudó a salir de ese negocio y la verdad que los hombres muy majos se despidieron con amabilidad. Les gusta interactuar y el negocio, pero si finalmente hay buena intención por ambas partes todo queda en consonancia.

Fue bonito pedalear largos kilómetros en línea recta, hacia abajo y hacia nuestro destino con las emociones a flor de piel y con ganas de tomar un zumo de frutas en la plaza de Marrakech, comprar un suvenir, quedar de nuevo con nuestro amigo Mohamed para compartir la experiencia, volver a darle las gracias y tomar un té con menta.

Así fue.

Gracias a Borja por su alma bereber y espíritu aventurero. Por hacerlo fácil, bonito y real.

La ruta que hicimos la podéis encontrar en este enlace

Un viaje es como la piel, hay un antes y un después ya pase por una herida o una caricia.
Hay verdades y cuentos, pero la verdad es que,
los conocidos se vuelven amigos
y que por mucho que te cuenten historias, vivirlas es otra historia.
Que cada persona tiene una manera de mirar al mundo
y que la migración es un fenómeno complejo y duro.
Que los budistas estudian la mente,
que los bereberes contemplan el paisaje y que muchos cristianos estamos hartos de la religión.
Que las mujeres son admirables y más a las que viajan solas.
Que la naturaleza es la mayor obra de arte hecha por Diosas.
Que las mezquitas y las iglesias se asemejan mucho. Y que los pueblos de Teruel o La Mancha podrían ser un pueblo amazigh.
Que sería perfecto no querer llevar la razón porque llevarla no sirve para nada.
Que reflexionar es interesante y necesario.
Que la fe es un concepto empírico y místico a la vez.
Que el silencio debería de estar más presente en todas las culturas.
Y que la suerte tiene que ver con los privilegios.
Que los países que pensamos que están menos desarrollados son más ecológicos que la ecología de moda en Europa.
Que a nivel energético y simbólico que millones de personas hagan algo a la vez es muy poderoso.
Que sigue habiendo mujeres y hombres libres.
Que la hospitalidad y la confianza no tienen precio.
Que deberíamos de agradecer, valorar y sonreír más a menudo.

Camí dels Assagadors

Omar nos cuenta su experiencia bikepacking por el Camí dels Assagadors, una ruta de 700 km entre Gandía y Sagunto. . Desde la costa mediterránea hasta las montañas del interior, esta experiencia refleja la esencia del ciclismo sin prisas, disfrutando del espíritu de la autosuficiencia y la exploración.

Unos días libres inesperados en el trabajo ponen la maquinaria a funcionar, Wikiloc y Komoot echan humo. Siendo febrero, la vista estaba puesta hacia el sur o el levante para huir del frío de la meseta.

Tras un par de días de búsqueda, la ruta a seguir ya parece clara, los días que tengo me cuadran, el tiempo es bastante bueno para la fecha (contad que soy de León y por aquí el frío aprieta de narices) y además es una ruta 100% fiable y con bastante información para prepararme las etapas, así que la decisión está tomada.

El Camí dels Assagadors se presenta como una idea perfecta para unos días de bikepacking.

Furgoneta rumbo a Sagunto, 7 horas de viaje con parada imprescindible en Teruel de cara a coger las últimas provisiones en la tienda de Surya 😉

Por delante 9 días de pedaleo para hacer unos 700 kilómetros aproximadamente. Los chicos de Rodera proponen empezar la ruta en Gandía, terminarla en Sagunto y moverse de un sitio a otro en tren de cercanías.

Yo calculo que tengo el tiempo suficiente para unir estos dos puntos también a pedal, además será una primer etapa perfecta para calentar las piernas, pedalear con 20 grados al lado de la costa fue muy agradable. Para dormir busqué irme hacia el interior, vivaqueando en el precioso Plà del Barber.

Una vez que empiezas la ruta “oficial” vienen las cuestas, primero remontando el río Serpis por su espectacular Vía Verde, con tramos encañonados muy bonitos.

Abandonar Beniarrés fue una tarea dura, rampones del 15%, menos mal que eran hormigonados y la imponente cima del Benicadell te mantenía siempre distraído. La segunda noche la pasé en un modesto refugio cerca de la Cava Pedrera.

Empezar cuesta abajo la etapa parece bonito, pero el fresquito de las mañanas deja el cuerpo siempre destemplado, menos mal que el Colacao que me tomé en Bocairent estaba bien caliente. Tocaba ahora subir y seguir en dirección a los pueblos de Fontanars dels Alforins y la Font de la Figuera. En esta zona empiezan a abundar los almendros, que luego me acompañarían en buena parte de la ruta. En esta época del año estaban en floración y sus hojas son preciosas.

La Fuente Huesca fue un lugar excepcional para la noche, ya que además de un punto de agua, tiene un amplio refugio donde dormir.

El cuarto día se presentaba bastante duro, el principio con buenas cuestas salvando los desniveles provocados por la erosión de dos ríos, Grande primero y Fraile después. Este último lo sigo durante unos cuantos kilómetros por una pista muy bonita, encañonada y con pozas bastante chulas.

Bicorp fue un punto muy importante, ya que desde aquí al siguiente punto donde poder recargar agua hay más de 50 kilómetros. Por el camino, una noche en el refugio de la Casa del Empalme, lo que significa cargar con mucha agua durante la durísima subida hacia la zona del tajo Cortés. Pero como todo en la vida, va pasando y lo mejor del bikepacking es precisamente esto, poder tomártelo todo con la calma necesaria, no mirar el crono, disfrutar de cada curva, de cada subida, etc.

El quinto día empecé a ver los estragos que la Dana había hecho en el territorio, estremece llegar a sitios donde lo que antes era un pequeño arroyo, ahora ocupa mucho más terreno. Ir por un carretera y de repente llegar a un puente que ya no existe te hace ver la salvajada de agua que tuvo que pasar por allí aquellos días.

Por suerte para mí, cambiando algún que otro tramo y empujando alguna que otra vez la bici, pude salvar todos esos obstáculos y seguir con mi Camí, que este quinto día me llevaría hasta el precioso paraje de la fuente Vallesa, donde el pequeño techo de una zona de barbacoas me dejarán hacer un decente vivac.

El sexto día me acerco a la Sierra de Chiva por una preciosa pista, muy aérea y con unas vistas de vértigo. El pequeño supermercado de Chera me da una gran alegría, es domingo y está abierto, qué maravilla.

Si pedalear Valencia era poco, hoy la etapa me hace entrar en la provincia de Cuenca, visitar la laguna de Tarayuelas y dormir en el bonito paraje del mirador de la Olla.

Ya voy a por el séptimo día de ruta y los primeros kilómetros son siempre muy duros, la espalda se resiente de tanta esterilla y las piernas parecen pedir clemencia. Todos los días he estado haciendo entre 75 y 90 kilómetros, rondando y superando los 2000 positivos, siempre tirando de una bicicleta cargada con todo el equipo para ser los más autosuficiente que se pueda. Esto te da momentos de paz mágicos perdido en la montaña, pero también te hace sufrir de lo lindo en cada subida.
Consulto Google Maps y me lanzo a por un pequeño atajo por carretera este día, en kilómetros y desnivel no se nota mucho, pero uno los pueblos de Aras de los Olmos, la Yesa y. Abejuela con bastante rapidez.

Si antes decía que había pasado por Cuenca, ahora sumamos Teruel a la ecuación. Como dicen los chicos de Rodera, notarás ese olor a Montañas Vacías en el paisaje casi desde el primero momento. Si alguien ha pedaleado cerca de Javalambre, se hará una idea de a lo que me estoy refiriendo

Un bonito refugio al lado de la Ermita de Santa Margarita en Andilla me hará pasar una noche reparadora después del día más largo de todos.

Para los dos últimos días, ya solo me quedan 100 kilómetros, pero aprovechando el tiempo al máximo, decido partirlos en dos cómodas etapas, total, esto es ciclismo sin prisa y no me va a adelantar nadie por despertarme un poco más tarde o por parar más tiempo en el bar a la hora del almuerzo 😃

Y aunque esto no haya tenido nada que ver con una competición, pedalear unos pocos kilómetros por la vía de Ojos Negros a mí me ha sabido a victoria de Tour, porque el viaje ha sido precioso y acabarlo siempre da ese punto épico que tanto nos gusta.

Por último, dar las gracias a los chicos que están detrás de Rodera.cc porque se han currado un recorrido precioso y además a través de Instagram y correo electrónico me han resuelto un montón de dudas, así que no os lo penséis dos veces y lanzaos sin ninguna duda a pedalear el Camí del Assagador.

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Randonneur sin saberlo. Portugal en fuego

Ángel Lorenzo, bombero forestal, transforma su conocimiento técnico en una aventura educativa y personal, recorriendo áreas afectadas por el fuego y reflexionando sobre la importancia de la conexión entre el territorio y el aprendizaje práctico.

1. Introducción: Cuando el aprendizaje se convierte en aventura

A veces, las mejores experiencias nacen sin planearlas. Lo que comenzó como una idea formativa sobre incendios forestales en Portugal acabó convirtiéndose en una expedición de resistencia, autosuficiencia y conocimiento.

Durante cuatro días en agosto de 2024, recorrí en bicicleta los paisajes marcados por el fuego en la región del Algarve y el sur de Beja. Sin saberlo, me convertí en un randonneur, un ciclista de ultradistancia que busca desafiarse a sí mismo mientras explora el mundo.

2. Origen de la idea: El fuego, la formación y el viaje

Mi profesión como bombero forestal me ha enseñado que la mejor forma de aprender es haciendo. Mientras realizaba un curso con The Emergency Program, donde analizábamos la evolución de grandes incendios en Portugal, se me ocurrió una propuesta: ¿porqué no convertir estos lugares en checkpoints formativos?

Cargué tracks de incendios pasados, estudié los perímetros quemados y decidí recorrerlos en el medio más eficiente y económico posible: la bicicleta. Aprender desde la experiencia, conectar el conocimiento con el territorio y convertir la información en algo memorable.

3. La máquina: Un caballo de acero de otra época.

Para esta aventura, rescaté mi antigua bicicleta de ruta, una BH de acero de finales de los 80 o principios de los 90, con frenos de herradura y tres platos. Un caballo de batalla modesto, al que le di una segunda vida con un cassette de 10 velocidades, un cambio nuevo y un extensor en la patilla.

Todo pintaba bien hasta que, en los primeros kilómetros el desviador delantero quedó anulado, obligándome a cambiar de plato a mano, como en los tiempos más primitivos del ciclismo.

Los frenos eran horribles y pronto descubrí que la ruta que había planeado no solo era exigente, sino brutal.

4. La ruta: Subidas interminables y calor extremo

El primer día me enfrenté a menos de 50 km, pero con un desnivel acumulado superior a 3.000 metros. Fue una jornada durísima. Las carreteras y pistas de montaña me recordaron por qué el fuego avanza de manera tan agresiva en estos territorios: pendientes pronunciadas, valles cerrados y vegetación acumulada en zonas donde el acceso es prácticamente imposible para los equipos de extinción.

Las temperaturas rondaban los 38 grados, el viento soplaba caprichoso y la autosuficiencia se volvió un reto constante. Cada fuente, cada sombra y cada decisión contaban.

5. Aprender sobre incendios… pedaleando

Lo interesante de esta travesía fue la conexión entre el esfuerzo físico y el aprendizaje técnico. Cuando llegaba a un punto de referencia de un incendio, no solo veía un paisaje quemado, sino que entendía su historia: cómo el fuego había avanzado, qué estrategias se habían utilizado para contenerlo y qué habría cambiado si la meteorología hubiera sido distinta.

Es fácil hablar de incendios desde una sala de formación, pero recorrerlos en bicicleta, enfrentando el terreno y las condiciones extremas, te da una perspectiva completamente diferente.

6. 1.500 reproducciones: Orgulloso de contar esta historia

Una vez que subí el vídeo con mi experiencia, llegó a 1.500 reproducciones. Puede parecer poco en un mundo donde los números importan más que los mensajes, pero para alguien que cuenta una historia quizás demasiado de “bicho”, me parece una cifra enorme. Me siento orgulloso de haber compartido esta experiencia y, sobre todo, de que haya llegado a tanta gente.

7. Próximo objetivo: Cabo de San Vicente – Lisboa

Este es solo el comienzo. El Episodio 2 está en camino y partirá desde Cabo de San Vicente, recorriendo Portugal hacia Lisboa, evitando carreteras en la medida de lo posible y buscando pistas, caminos forestales y rutas donde, si es necesario, cargar la bici al hombro. La ruta ya está diseñada y lista para ser compartida.

8. La bicicleta como herramienta de aprendizaje y turismo

Más allá de la parte formativa para profesionales del fuego, quiero demostrar con estos vídeos que la bicicleta es una herramienta increíble para viajar, para descubrir, para conocerse a uno mismo y para vivir experiencias únicas.

Además, Portugal es un destino privilegiado para ello. Su sistema ferroviario permite moverse con la bicicleta de manera sencilla, con espacios habilitados en todos los trenes, precios ajustados y horarios accesibles. Es posible vivir una gran aventura sin depender de un vehículo privado.

9. Invitación a la comunidad

Animo a cualquiera que haya leído estas líneas a ver el documental, a comentar, a compartir y, si le resuena la experiencia, a probarlo por sí mismo. Los tracks están publicados y listos para quien quiera reproducir la ruta.

Ojalá estas historias sirvan para que más personas se animen a explorar, a aprender y a entender el mundo desde otra perspectiva. Porque, al final, lo importante no es solo el destino, sino el camino y lo que aprendemos en él. ¡Nos vemos en el próximo episodio!

Pedaleando por la provincia de Guadalajara

José Luis aprovechó dos días de vacaciones en diciembre para conocer zonas remotas de Guadalajara, en un viaje en solitario con su bici de gravel.

Diciembre 2025

Cuando uno tiene 2 hijos pequeños (2 y 4 años) el tiempo disponible para el ciclismo baja dramáticamente, no obstante, sigo intentando sacar huecos para pequeñas escapadas en solitario. A mediados del mes de diciembre aproveché los 2 días que me quedaban de vacaciones para improvisar una pequeña escapada por la provincia de Guadalajara. La condición era que debía estar en casa antes de las 20:30 de la noche para dar el relevo a mi mujer, que ese día tenía cena navideña.

Busqué un recorrido que fuera accesible en transporte público y que me permitiera dormir en un hostal en algún pueblo remoto. Tras investigar un poco decidí coger un tren regional hasta Sigüenza y empezar a pedalear dirección sur para llegar hasta el Parque Natural del Alto Tajo, durmiendo en Armallones. La siguiente y última etapa consistía en pedalear dirección oeste atravesando la Alcarria para finalizar en Guadalajara, coger un tren de cercanías a Madrid y llegar a casa antes de la hora límite.

Finalmente me salieron unos 240 km perfectamente asequibles para cualquier persona acostumbrada a montar bici. El primer día transita por zonas remotas sin apenas contacto humano en todo el recorrido, el segundo día pasar por pueblos grandes donde es fácil avituallarse.

En mi caso, fueron 2 días de ciclismo, pequeñas aventuras y desconexión de las rutinas familiares y laborales.

ETAPA 1: SIGÜENZA – ARMALLONES / 102 km / 1.870 m+

Esta etapa es en gran parte “off road” y salvo algún pequeño tramo es perfectamente apta para bicicletas gravel. Comenzamos en Sigüenza, una localidad que merece una visita por si misma, pero como ya la conozco de anteriores visitas, me limito a desayunar un pincho de tortilla y comenzar a pedalear.

Los primeros kilómetros son por pistas en muy buen estado atravesando colinas y parcelas en barbecho esperando a la primavera para ser sembradas. Así voy atravesando algunos pueblos donde no veo a nadie, algún gato parece ser el único ser vivo que habita esta comarca en los fríos inviernos.

En torno al kilómetro 40 llego a Anguita, un pueblo un poco más grande donde por primera vez veo gente y una pequeña tienda, donde compro algo para comer. Este será el último contacto humano hasta la llegada a Armallones. Después de Anguita comienzo a subir por la carretera y antes de llegar a la cima me desvío por un camino que tiene tramos en subida muy rotos que obligan a empujar la bici hasta salir a una pista preciosa que va cresteando ofreciendo vistas espectaculares.

Tras esta pista se baja pronunciadamente hasta el fondo del valle que se convierte en un cañón. Aquí desaparece la pista varios centenares de metros y hay que ir porteando la bici por la orilla de un río, vadeándolo en varias ocasiones. Resulta difícil hacer este tramo sin mojarse los pies.

Se sale de la pista cerca de Riba de Saelices y sigo por carretera hasta Ablanque y posteriormente dirección sur hasta tomar otra pista que lleva hasta el Puente de Taguenza. Esta pista ofrece unas vistas espectaculares del valle hasta que se convierte en sendero los últimos centenares de metros antes del Puente de Taguenza, que es el único punto de la zona que permite cruzar el rio Tajo, en un punto que se encañona y se vuelve muy estrecho.

Como en invierno los días son muy cortos y está empezando a atardecer y a bajar la temperatura me veo obligado a seguir pedaleando aunque me hubiera gustado disfrutar más tiempo del Puente de Taguenza y su entorno. En este punto toca portear la bici otra vez por una sendero que sube hasta otra pista que está en muy buen estado y lleva directamente hasta Armallones. Disfruto de un atardecer precioso y pedaleo los últimos 10 km de subida constante con noche cerrada.

En Armallones duermo en Casa Gerardo, un pequeño hostal regentado por una joven pareja. Como tiene un pequeño restaurante se puede cenar y desayunar ahí.

ETAPA 2: ARMALLONES – GUADALAJARA / 132 km / 1.520 m+

Amanece un día muy frio en Armallones y tengo que decidir entre 2 posibles rutas para llegar a Guadalajara. Me decido por la opción fácil porque siento el cansancio del día anterior y porque la otra opción implica comenzar con una bajada de 10 km en una mañana heladora. Así que hoy toca una etapa más larga pero, en gran parte, por asfalto, lo permite rodar rápido y los kilómetros pasan rápidamente.

Tras desayunar y despedirme de mis anfitriones salgo dirección sur para enlazar con la carretera CM-2015 y llegar lo antes posible a Trillo (km 50 aproximadamente) donde paro a tomar un café y un pincho de tortilla. A la salida de Trillo tomo una pista que me lleva a Solanillos del Extremo y de nuevo otra carretera hasta Brihuega (km 80 aproximadamente). Brihuega es el pueblo más importante de la Alcarria y merece una visita con más tiempo, pero limito mi visita a una vuelta rápida con la bici y comer.

A partir de Brihuega atravieso los famosos campos de lavanda de la Alcarria, aunque en esta época del año no lucen como en verano y subo una última cota para afrontar la bajada final a Guadalajara con las últimas luces del día. Sobré las 18:30 cojo el tren de vuelta a Madrid y a las 20:00 llego a casa con media hora de margen sobre la hora límite. Objetivo cumplido.

Recorriendo el GR-48

Inspirado por recomendaciones en páginas como bikepacking.com, Toño se propuso realizar el GR-48, que atraviesa buena parte de Andalucía y sus diversos paisajes, en bicicleta de gravel…

Andalucía es más que las playas para los “guiris”, Sierra Nevada para los esquiadores y los Badlands para los ciclistas . El GR-48 es una perfecta muestra de ello. Un recorrido de más de 500km situado en las sierras norte de las provincias de Huelva, Sevilla, Córdoba y Jaén. Oscila entre los 700 m y 100 m de altitud atravesando increíbles parajes naturales de sierra virgen, fincas de ganadería extensiva y caza, enormes montañas de vegetación mediterránea y finalizando en extensas tierras de olivos.

No sabría decir cuál es el pueblo que más me ha encantado porque todos son preciosos, de casas bajas de color blanco decoradas con madera y forja.

Los andaluces son gente sencilla, habladora, cálida y muy acogedores. Muestra de ello es que me han dejado dormir en varios pabellones. Sin duda te hacen el camino más fácil y ameno. Tienen un hueco y respeto en mi corazón.

La ruta casi finaliza al paso del santuario de la Virgen de la Cabeza, una de las más importantes de España y más veneradas por sus milagros y por ser la única con corona real de oro de España. Llegar a un lugar de estos se te ponen los pelos de punta .

Sin olvidar detalles técnicos mencionaría que hay que estar preparado para todo tipo de terrenos algunos muy duros. El GR-48 es un recorrido muy antiguo y por tanto muchos de los tramos no son para bicicleta.

Sorprende que se publicite en el portal más importante de viajes bikepacking (www.bikepacking.com) asegurando que es 99% ciclable; y no es así, además se limita a colgar el recorrido oficial del GR sin dar alternativas obvias para ciclistas. Aparte hay tramos largos que toca empujar la bici. Por tanto, Logan, te has marcado un farol de huevos en toda regla. Y cuidado también con varios tracks que hay por internet que aseguran que son la versión gravel… nada más lejos de la realidad, ya que discurre por caminos privados.

Me temo que el botón mágico de “opción gravel” en alguna app no ha estado acertada. No queda más que la intuición y la experiencia para saber cuándo meterte o no por el trazado original.

En total del recorrido habré hecho un 80% del original . El resto son pura creatividad ciclista.

Un viaje aragonés

Inspirado en el libro Paisaje del ciclista de Miguel Mena, Borja Gascón cruza Aragón de norte a sur combinando pistas de gravel, carreteras y algo de monte. Un viaje en modalidad de bikepacking disfrutando de la naturaleza, la gastronomía y conectando con la cultura local.

Agosto, 2024.

Hace muchos años mi padre me pasó un libro de un escritor aragonés que le gustaba mucho: Paisaje del ciclista, de Miguel Mena. Recorría en su bicicleta, allá por los años 90, Aragón de norte a sur describiendo los pueblos y paisajes a su paso de forma sencilla y bonita. Esa aventura se me quedó marcada y siempre la he tenido presente. Hace dos semanas se acercó por el taller Jorge, un cliente y cicloturista, y me dijo que acababa de hacer ese mismo viaje, así que esa fue la señal de retomar el plan que tenía desde los 18 años y hacer yo también mi propio Viaje Aragonés.

Saqué el libro de la estantería, eché una rápida ojeada por encima para ver qué ruta había tomado el escritor y anoté los pueblos principales que él cruzó para trazarme yo mi propio camino, uniendo pistas y carreteras, tratando de combinar las dos modalidades -carretera y gravel- para no acabar cansado de una o de la otra. De paso, releí algunos pasajes para tenerlo aún más presente si cabe durante mi viaje.

Algunas cosas han cambiado desde entonces, otras seguramente no tanto.

Miguel comenzó en Oto, el día de las fiestas patronales. Yo consigo que Rober me suba en coche desde Zaragoza y me deje en Biescas el miércoles 14 de agosto a las 19:30. Aquí también son fiestas, como lo eran en Oto en los noventa y como lo son en la mayoría de pueblos aragoneses en estas fechas. Una de las cosas que más ilusión me hace desde que me he puesto a planificar el viaje es subir a los miradores de Ordesa por la pista a Punta Acuta de noche. Oscurece por completo justo antes de llegar arriba y por supuesto estoy yo solo. En el mundo. Me he cruzado con jabalíes, sarrios, zorros y liebres que se asustan al verme pasar con el foco. Por supuesto no veo nada de las increíbles vistas de ahí arriba, pero aún las recuerdo de la última vez. Me las imagino y la noche le da un toque mágico. Si solo pudiera venir aquí una vez en la vida, lo haría de día, está claro, pero la noche tiene su aquel.

La luna está más potente cuando dejo atrás Nerín y empiezo a subir a Vió, reflejándose su luz en la impresionante brecha del cañón de Añisclo por donde baja el río Bellos. Son las 23:30 o así y paro a rellenar agua en la fuente de Buerba. Una chica está alargando la hora de irse a dormir fumándose un cigarro en la plaza. Me pregunta que si se me ha hecho tarde o si salgo a esas horas a pedalear. ¿De dónde vienes? -de Biescas. ¿A dónde vas? -al sur de Teruel. Si yo no fuera el que monta en bici y me cuenta alguien a esas horas ese plan, me parecería igual de marciano que lo que le parece a ella. Pero cuando te pones a ello, es más sencillo, menos marciano de lo que parece.

No tengo intención de hacer de esto un reto de llegar cuanto antes. De hecho, todo lo contrario. Pararé poco, porque me gusta viajar así en bici cuando voy solo, pero no quiero pedalear una noche entera. Quiero estar fresco por el día, al contrario de lo que me suele ocurrir cuando participo en carreras de bikepacking. Así que decido entrar en Guaso, una vez ya he dejado atrás Aínsa y el río Ara, para buscar cobijo en el esconjurandero, lugar que menciona Miguel en su libro.

Es la una de la mañana y no huele a albahaca fresca ni resuena la Ronda de Boltaña entre sus muros, pero yo he estado aquí otras veces y sé que siguen celebrando sus fiestas manteniendo vivas esas bonitas tradiciones del Sobrarbe, donde cada casa ofrece en la puerta vino y platos tradicionales para los músicos y paisanos de la rondalla, mientras suenan sus gaitas, bandurrias y guitarricos. Todo eso se mezcla con costumbres más modernas, como el botellón, que es precisamente lo que están haciendo cuatro jóvenes cuando llego al esconjurandero. Yo también lo haría, es el mejor sitio para un buen cubata en todo el Sobrarbe, seguro. Y para dormir al raso también. Lo deben entender ellos también porque tal cual me ven deciden retirarse y permitir el descanso a este agotado ciclista.

Por la mañana asoma el sol detrás de la Peña Montañesa, lo cual es un buen regalo. Me monto en la bici y cojo ritmo cruzando por carretera la sierra de Guara. Paro a desayunar en Colungo. Son las 9 de la mañana y en el bar de la derecha de la carretera ya no dan desayunos, porque “ya es la hora del almuerzo”. Enseguida se llena de ciclistas de la zona que paran a reponer energías con vino y huevos fritos. En el bar de la izquierda de la carretera comprenden mis necesidades y me sirven un café y tostadas. Un vino a estas horas y no arranco hasta mañana.

Combino carreteras, el camino paralelo al canal del Cinca y pistas buenas para llegar hasta Villanueva de Sigena, donde empieza la nada: Monegros. Una pista perfecta que sube hasta el refugio de Piedrafita para bajar luego a Valfarta. ¡Qué suerte que no apriete tanto el calor como estas últimas semanas atrás! Sería letal, porque es una zona inhóspita donde no encuentran sombra ni las lagartijas.

Como en Valfarta unos huevos fritos ¡que ahora sí son horas!, porque sé que después me toca la parte más fea y aburrida -y perdón a quien le ofenda- de toda la ruta. De todo Aragón. Posiblemente de todo el mundo: la carretera interminable y recta que conecta Bujaraloz con Escatrón. Calor, asfalto roto, viento que molesta, olor a granja… ¡qué bonita la ribera!

Desconecto la mente y de alguna forma llego a Escatrón donde paro a por agua y hielos en el club náutico. Y ya de paso un café. El pueblo está en fiestas, como todos. En esta zona las celebran con vaquillas y colocan vallas por todas las calles. Como en los noventa. Dos hombres juegan a la tragaperras y repasan la actualidad con videos en TikTok: -pues a mí me parece que esta tía tiene razón, suficientes problemas tenemos como para preocuparnos por lo de Palestina. ¡Me ha convencido, me la sudan los palestinos!

-¡Mira tú!, al padre del Yamal lo han apuñalado…¡son todos iguales!

Su contertulio, seguramente rumano, ya casi rumaño, le contesta con marcado acento aragonés pero con deje de “fuera”: -no se pueden meter a todos en el mismo saco, hombre…

-pues yo los meto a todos en el mismo, ¡me la pela!

Ya me he empapado de suficiente actualidad y me voy antes de que toquen otros temas, como los cromosomas XY. ¿De qué hablarían estos tipos en los noventa?

Empiezan las pistas rodadoras, baja el calor, vuelvo a disfrutar de la ruta y aprieto para llegar a buena hora a Calanda, decidido a cenar a gusto. No solo eso, sino que me doy el lujo de un hotel. Comer pizza tumbado en la cama, ¡qué placer, viva el cicloturismo!

Aprovecho bien el buffet libre de café y tostadas del desayuno. Muy humilde todo pero muy suficiente. Hoy sí que aprieta el calor y me pongo un cubre-nuca que puedo ir mojando en las fuentes y me quita el solazo en el cogote. Foz de Calanda, Mas de la Matas, Las Parras de Castellote… voy conectando pistas, con tramos de MTB y muy poca carretera. Todo esto es nuevo para mi y estoy ojiplático… ¡Triceratops y Diplodocus a mi paso, qué bonita eres, Teruel!

La pista se divierte cruzando la frontera Teruel-Castellón todo el rato en un largo zig-zagueo a su paso por la sierra y los montes Penya Cortada y Mola de la Todolella. Bajo a Olocau del Rey, provincia de Castellón, donde me como el bocata de tortilla que me hice anoche en el supermercado de Calanda. Dejo el monte y voy por carretera a Cantavieja, precioso pueblo en lo alto de una colina. Parece imposible que se pueda seguir subiendo una vez llegas a él, pero sí, esto es el Maestrazgo, no te regalan ni doscientos metros y después de una subida viene otra. La auténtica definición de rompepiernas.

Me adentro en bosques que cobijan cotos de setas, huele de verdad a “naturaleza” por aquí, y llego a la comarca de Gúdar. Después de cada puerto, me da la sensación de que al otro lado voy a ver el mar. El cielo azul, el sol del atardecer… solo faltan veleros ahí abajo, pero no, el mar está a 200 km. Esto es más bonito, porque si hubiera mar se acabaría la ruta. Aquí sigue habiendo tierra y puertos y pueblos en el fondo de los valles, a cada cual más bonito, la mayoría Mora o Rubielos, de nombre o apellido.

Mi destino final, que no lo he dicho, es la estación de tren en Venta del Aire, la última de Teruel. Miguel Mena, creo que llegó hasta un poco más al sur, a Fuen del Cepo. Tampoco se trata de copiarle todo. Me dejaré ese último escondrijo turolense para otra ocasión.

Han pasado 48 horas desde que salí de Biescas y ya estoy en Rubielos de Mora a 15 cómodos kilómetros de mi destino. Todavía es pronto para cenar así que decido alargar un poco y conocer Olba, zona que nunca he pedaleado. Llego a buena hora para cenar en un pueblo que (como no) está en fiestas. Suena un tributo a Manolo García de lejos en la plaza y parece que todo el mundo debe estar cenando en sus peñas, porque estoy yo solo en el bar del Multiservicio del pueblo. Hoy hacen brasas… ¡estoy de suerte! Esto sí que es finalizar bien un viaje cenando entrecot a la parrilla.

En otros tiempos, quizá no en los noventa porque aún era muy joven, me hubiera quedado a dar vuelta por el pueblo. Un cicloturista siempre despierta curiosidad y simpatía, cuando no pena dependiendo de su estado, y en un pueblo en fiestas no le va a faltar nunca de nada, cuando la gente ya lleva la chispita del alcohol en la mirada. Pero la idea de tragarme un tributo a Manolo García no me seduce demasiado, y sin embargo me apetece buscar un sitio donde echarme al raso, que hace una noche buenísima y la luna es especial en este valle.

Al despertar me quedan 10km con un repecho que no me espero sin desayuno previo, antes de llegar a mi destino. Tres horas de tren de vuelta a Zaragoza donde aprovecho a escribir esta crónica de mi propio viaje aragonés. Antes escribía más y me gusta releer viajes que he ido haciendo. Ahora escribo menos sobre mis viajes, porque en la mayoría paro poco y luego tengo las manos dormidas con hormigueos de tantas horas en el manillar y no me da para escribir después. En este viaje no he parado ni mucho ni poco, ni todo lo contrario, pero me gustará releerlo y recordarlo en el futuro, y si a alguno os anima a leer el libro de Miguel Mena que me inspiró a mí esta ruta, ¡pues estará bien el haber dejado la experiencia por escrito!

Tenéis la ruta disponible para descargarla en mi perfil de Strava.

DIVAGACIONES DE UN CICLISTA “SIN PRISA” PERDIDO EN EL ULTRACICLISMO

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Alpujarra Connection

Francisco Ruipérez, comparte su experiencia de una ruta en bicicleta de carretera por los 22 pueblos de la Alpujarra Almeriense, con una distancia total de aproximadamente 147 km y un desnivel positivo de 2.570 metros.

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Hace poco, completé una ruta en bicicleta de carretera por los 22 pueblos de la Alpujarra Almeriense. Fue un recorrido de aproximadamente 147 km con un desnivel positivo de 2.570 metros, pasando por los pueblos de Alcolea, Paterna del Río, Bayárcal, Laujar de Andarax, Fondón, Beires, Ohanes, Almócita, Padules, Canjáyar, Rágol, Instinción, Illar, Bentarique, Terque, Alhabia, Alsodux, Santa Cruz de Marchena, Alboloduy, Huécija, Alicún, hasta llegar a Alhama de Almería. Pueblo este último considerado como la entrada a la Alpujarra, aunque en este caso fue mi línea de meta.

Una de las cosas que más disfruto cuando salgo en bici es esa sensación de llegar a un pueblo, ver el ambiente tranquilo, y buscar el bar típico para tomar algo. Esta ruta, en realidad, nació de esa idea: unir todas esas paradas y esa sensación tantas veces como fuera posible en un solo recorrido.

Lo que más me gustó de esta experiencia fue que no necesité demasiado tiempo para planificarla. Fue una idea que se me ocurrió, hice algunos planteamientos, y me di cuenta de que era perfectamente factible.

En el futuro, me gustaría conectar los pueblos de la Alpujarra Granadina, que tienen unos paisajes increíbles y valen mucho la pena. Además, mi sueño sería crear una ruta completa por la totalidad de pueblos que forman Las Alpujarras, tal vez con la colaboración de alguien interesado en acompañarme en este proyecto. Imagino organizar un evento de ultraciclismo que atraiga a ciclistas de toda España.

Para esta ruta, utilicé mi bicicleta de carretera Merida Race Lite con un grupo Shimano 105 y un desarrollo 50/34, junto con una piñonera de 11/28 dientes. Llevé una bolsa delantera con repuestos, algunas herramientas y algo de comida.

La hice a mediados de octubre, cuando el tiempo todavía era bastante cálido, casi más veraniego que otoñal. Durante las primeras horas, hasta poco después del amanecer, tuve que usar manga larga, pero luego el calor hizo su aparición. Hacia el final de la ruta encontré algo de viento en contra, aunque no fue demasiado molesto gracias a los cambios de dirección en los tramos finales, lo que hizo el esfuerzo más llevadero.

Fue una experiencia que disfruté mucho, y espero que este recorrido inspire a otros ciclistas a explorar esta región única.

Más detalles de la ruta y el track en mi perfil de Strava Pakito Ruipérez.

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